sábado, 27 de junio de 2009

Lo entendí.

Un poema adolescente, con un final sorprendente.

Y ahora lo entiendo.

Muchas gracias, muchas muchísimas. Por estar para decirme lo que piensas, y no tratarme como a una niña. Por reir conmigo, darme consejos, y llorar ante mí. Por ser parte de esta pequeña familia y por, mucho más importante, poder ser llamada amiga.

Y tú, ¿qué piensas?

Escribo a oscuras en mi cuarto,
un viernes a las tres de la mañana,
sólo para probar mis habilidades,
sólo para ver si esto lo poría hacer con los ojos cerrados.

Y, al encender la luz,
descubro líneas torcidas
y una letra pésima.
Y a mí me da por llorar
un viernes a las tres de la mañana.

lunes, 1 de junio de 2009

Monólogo Ficticio.

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(No debe leerse sin haber leído esto)


Ella hablaría:

-Míranos. ¡Míranos! ¡Estamos aquí! Jamás pensé que pasaría. Deseaba que pasara. Pero no albergaba esperanza. Al menos no cuando tuvimos aquella conversación: para mí, todo quedó dicho. Era ficticia, pero tú casi me la confirmaste en la realidad. Y yo no quería seguir, ¿recuerdas? No quería seguir... huía.
Pensaba que se me pasaría, que volvería a la realidad, que dejaríamos de hablar, que no te vería nunca. Lo pensaba de verdad. Nunca te lo había dicho, pero ahora siento la necesidad de hacerlo. Y, sin embargo, en el fondo sabía todo lo contrario. Sabía que seguiría adelante, que un día no podría pararse, que no habría remedio. No dormía por las noches pensándolo, engañándome. ¡Míranos!
Ahora todo es diferente, aunque hay algo que sigue igual: sigo sin poder dormir. No duermo pensando en esto. Y tengo miedo. Tengo mucho miedo. La otra vez pude decirlo, nada fue como imaginaba, efectivamente, arriesgué y gané. Y ahora... ahora... ¿qué? Tengo miedo. De volver a arriesgar y perder esta vez (ya sé que tú no dejarías que pasase, pero déjame soltarlo todo antes de que se me acabe el fuelle). De que me vuelva a faltar locura. O de que tú te vuelvas cuerdo. Nunca te vuelvas cuerdo, ¿de acuerdo? Prométemelo. Porque si te vuelves cuerdo... mup. Eso pasará. Mup. Y, debo confesarte: cuando no duermo, a veces pienso que quizás sería lo mejor. Pero no quiero que ocurra. ¡No quiero! No, porque quiero merecérmelo. Quiero que lo merezcamos los dos. Me gusta la taquicardia. Y decir las frases que son construídas para no ser dichas. Y... soy una gran contradicción, lo sé. Pero no quiero que no ocurra... De verdad... es... es... es.

-Se te ha acabado el fuelle.

-Se me ha acabado.


Y, una vez más, cuando se atrevió a decirlo, nada fue como esperaba.

domingo, 24 de mayo de 2009

No hacen falta palabras.

Llevaban horas sin decirse nada. Ella tumbada. Él sentado a su lado.
Él pasó un dedo suavemente y con dulzura por su vientre, por su ombligo desnudo y pálido. Vio cómo ella sonreía sin abrir los ojos. Él se recostó de nuevo sobre su costado izquierdo y le besó el cuello cuando estuvo cerca. Ella le puso la mano izquierda sobre la cintura y giró noventa grados para abrazarle mejor y de frente. Los rizos le caían por la cara y él se encargó de apartárselos acariciándole las rosadas mejillas al paso de sus manos.
Ella al fin abrió los ojos y el verde de éstos hipnotizó al chico, que a duras penas pudo apartar la mirada para dirigirla a sus labios y examinarlos. Recorrió el inferior con el pulgar de su mano derecha con más delicadeza que antes si cabía, leyendo todos sus surcos y los misterios que guardaba en ellos. Ella sonrió y él retiró el dedo, como asustado ante un movimiento repentino. Acercó su cuerpo lentamente al de él, dejando adivinar los acontecimientos próximos. Le buscó con los labios, y él no se escondió.
Se dejaron llevar una vez más. Con un beso empezó todo de nuevo. Las sábanas bailaron y ellos se lo volvieron a decir todo sin articular palabra.

sábado, 23 de mayo de 2009

Muerido.

Bueno, como yo misma vaticiné para mis adentros, me temo que la historia de Ainara, Lola, Alex y Juanra sufrirá un parón. ¿Por qué? Porque empecé sin mucha idea de lo que iba a escribir (ver ESTO para más info) y así me ha pasdo, que se me ha ido muriendo.
Tengo pensada una continuidad, pero la veo tan asquerosamente pobre que no merece la pena. Tal vez, algún día, la reanime... probablemente sea así, estaré pensando qué hacer con los personajes y como removerlo todo de tal forma que sea algo mínimamente fumable. Como ya dije en su día: para ecribir mal, no escribo.

De todos modos, esto no ha sido una pérdida total de tiempo. He estado explorando mi forma de escribir, y ya sé cómo me siento ma´s cómoda haciéndolo. No se sorprendan si, cuando vuelva, esto tiene un toque diferente.

Por último, anunciar dos cosas. La primera es que aquí seguiré subiendo relatitos que no tengan que ver conmigo o mis reflexiones, para practicar con la imaginación.
La segunda, relacionada con la primera, es que mis reflexiones internas y mi diario personal están aquí: http://vaivenesatormentados.blogspot.com/ También anunciar, por si no lo sabéis, que me he embarrado en otra historia larga: Carta a Nuestra Memoria, con mucho más fundamento, que ya cuenta con tres entradas en el otro blog, y tengo preparadas otras cuatro, y suma y sigue. Para leer desde el principio, clicad AQUÍ y luego bajad hasta donde pone Cartas a Nuestra Memoria (I).

Y ya, dejo de daros el coñazo y me despido cortésmente.

PD: Especiales perdones y gracias a Rubito (guaaaaapo) y a Dedi bonito por ser pesados con que actualizase. Y a ellos dos y a Dabelucito por ser incondicionales ^-^

miércoles, 13 de mayo de 2009

#4: Cuando creemos saberlo todo y el mundo se nos echa encima por nada.

-¿Sabes, Juanra?
Lola se acomodó mientras hacía la pausa de rigor tras tal pregunta. Juanra le acariciaba el pelo con dulzura. Cogía uno de sus mechones morenos y lo hacía dar vueltas en sus dedos, marcándole aún mas los rizos.

-Dime -dijo el al fin.
-A veces... me da por pensar... ¿qué pasaría si nos quedáramos solos?
-¿Uhm? -dejó su pelo y la miró con cara de no entender lo que le decía.
-Quiero decir... -suspiró, no se le daba bien hablar -¿qué pasaría si ahora Ai y Alex no vuelven a hablarse nunca? Yo... bueno, Ainara es mi mejor amiga. Alex es tu mejor amigo. No podríamos quedar con uno sin que el otro se enfadase. No podríamos quedar los cuatros nunca más. Tú y yo estaríamos solos. ¿Qué haríamos?

Lola se incorporó en el sofá, mirándole a la cara con expresión realmente preocupada. Él no pudo contener una carcajada.

-Eso no va a pasar. ¿Por qué tendría que pasar?
-No preguntes y dime, ¿qué haríamos?

Juanra también se puso serio.

-Los problemas que tengan esos dos, se solucionarán enseguida. No tienes que preocuparte, Lola. Siempre están así: Alex es un imbécil. Ainara le perdona. Los dos son tan amigos. Todo está normal.

Ella asintió. Tomó aire, y siguió hablando:

-¿Te das cuenta de lo débil que es todo? Un edificio construido durante años de pronto se derrumba, y donde había cimientos, paredes, adornos... ya no queda nada. Hay que construir algo nuevo. Y construir siempre es muy difícil. Yo no quiero construir nada. No quiero que nuestro edificio se caiga.
-En ese caso, nos mudaríamos a un lindo piso para dos personas.
-Pero, Juanra, no sería lo mismo. ¿Tú y yo solos? Quiero decir... no sabemos estar solos.

Él sonrió. Lola se estaba liando con las palabras. Siempre lo hacía. Cuando estaba realmente preocupada pro algo, no sabía expresarse bien. Hablar mucho le perturbaba porque había perdido la práctica con los años. Transformar los pensamientos en palabras era todo un reto, un calvario. Siguió sonriendo, con aire tranquilizador.

-Cielo, no hay de qué preocuparse. Nada puede ser tan grave. Y si lo es, buscaremos una solución. Y si no la tiene, tú y yo nos apañaremos solos. También podemos torturarles hasta que vuelvan a hablarse.
-Nonono. Es más grave que otras veces. Lo sé. Lo siento.
-Pero se solucionará.

Empezaba a perder los nervios. ¿Por qué su novio no era capaz de entender lo que pasaba? Tendría que decírselo. ¿Contaría eso como traición a una amiga? Daba igual, o se lo decía, o no lo entendería. Y si no lo entendía, no podrían solucionarlo. Y si no podían solucionarlo todo acabaría. El orden natural de las cosas se truncaría. La humanidad cambiaría radicalmente. El mundo implosionaría y se construiría un mundo mucho peor. Un mundo sin Clapton, sin cerveza, ni incienso. Una verdadera catástrofe.
Frenó sus cavilaciones.

-Recuérdame -le dijo al chico, muy lentamente- que no pase tanto tiempo con Ainara.
-¿Eh? -ahora sí que no entendía nada.
-Da igual. Olvídalo. Te voy a contar algo que espero que, por el bien de tus testículos, quede entre nosotros.

Juanra asintió. Ella tomó aire.
-Verás... La otra noche, cuando salimos y Ainara se fue a casa de Alex, pasó algo que a Ai le está costando superar, más teniendo en cuenta que Alex no se acuerda de nada. Por eso, está huyendo de él todo el día, ya ni si quiera van juntos a la facultad... -Juanra escuchaba atento- El caso, El estúpido de nuestro querido amigo, le dijo a Ainara que...

-PUM-

Janra dio un salto. Lola otro.
-En serio, Ainara altera mi carma.

-¿¡Cómo tengo que decirte que no des portazos, cabeza de chorlito!? -era la voz histérica más inconfundible del mundo, dirigiéndose inconfundiblemente a la persona que más le enervaba en el mundo.
-Pero si lo hago sin querer, Ai. Sé buena y perdóname -esa era la vocecita de súplica especial de Alex.
-¡Eres incapaz de no ponerme furiosa un sólo día! ¡Con lo bien que ibas!

En el salón apareció Alex, con una sonrisilla orgullosa, lanzado desde la puerta por un empujón de Ainara. Ésta iba detrás, sonriendo también, como si su excentricidad le hubiese hecho olvidarse de que Alex acababa de pincharla.
Juanra sonreía al verlos entrar. Había dejado de escuchar a Lola, que al ver tan normales a sus amigos, entró en una especie de dimensión pararela llena de preguntas sin respuesta y de incomprensiones varias.

-Oye, pues yo los veo tan guay como siempre -susurró Juanra; luego alzó la voz:- ¡Hola Chicos! ¿Cómo va eso?

-¡Muy bien! -contestaron al unísono, haciendo que Lola por fin reaccionase.

-A la mierda el carma... ¿¿¿QUÉ???

lunes, 27 de abril de 2009

El Equilibrio es imposible.

Para lo que estés haciendo. Dale al play. Lee e imagina por un momento esta situación:



Le acababan de echar del curro de sus sueños. La novia a la que tanto quería había decidido que no seguiría con él por ser un fracasado. Su pez se había muerto. Y su mejor amigo estaba en la otra punta del planeta, sin poder ir a socorrerle.
Se paró en medio d ela avenida que cruzaba y miró a su alrededor. A dos metros de él, un hombre con un traje italiano y zapatos elegantes pasaba hablando por el móvil de última generación, riendo. En la acera de enfrente, el vagabundo Tomás, con el que había hablado algunas veces de camino a casa. Y él en medio. Pensó que el mundo era una mierda, que algunos se creían mejores por haber tenido más suerte, que todo estaba descompensado. Se estaba viendo a sí mismo como una persona relegada del mundo, enuna esquina del planeta. Pensó que si La Tierra fuera totalmente esférica podría ser él el centro, él y todos. todos iguales. Pensó que si tenía esa forma achatada era porque alguien, en un pasado muy anterior, había sido más ambicioso que el resto y se había puesto a saltar para pder desplazarse luego y ser él, y no otro, el que estuviera en todo el medio.

Y ahí, parado en medio de la calle, vio la solución: empezó a saltar también, dando fuertes golpes con las plantas de los pies en el suelo. Un salto. Otro más. Y otro. Otro. Otro. Otro. Otro. Otro. Otro. Otro. Otro... Hasta que cayó rendido en el suelo, con la lengua fuera y en estado catatónico, mirando el cielo que se pintaba de un luminoso azul marino a esas horas de la tarde.
Una sonrisa se dibujó en la cara. Era un gilipollas. Cerró los ojos con fuerza. Empezó a reir y ya no pudo parar. Tirado en el suelo, riendo sin razón, después de haber intentado solucionar la falta de equilibrio del mundo. Tomás se acercó a él, le tendió una mano, preocupado por su amigo, y al contacto con ese cuerpo contagiado de risa, él también estalló en una carcajada. La gente se apartaba de su lado cuando pasaban. Pero si, por accidente, tocaban a alguno de los dos, empezaba a reir también, parándose sin ser capaz de recordar adónde iba.
Dos horas después, eran 15 personas las que estaban paradas sin poder parar. Olvidando sus preocupaciones por un instante. Sin agobios. Sólo risas que se fueron extinguiendo lentamente.

Aquella noche, el chico llegó a su casa con una sonrisa de oreja a oreja. Su vida estaba patas arriba y no sabía cómo colocarla al derecho d enuevo. Pero por 2 horas y cuarenta y cinco minutos, el equilibrio había estado presente. todo había sido maravilloso. ahora sabía que no tenía que lamentarse, si no que se esforzaría en luchar por ponerlo todo como debía estar.